Hay días que me aburro de mí mismo. Por un lado me siento un poco en la obligación de publicar estas notas por varias razones: porque la gente me pregunta que cómo fue esto o lo otro, porque de lo que no se habla no existe, porque yo también degusto con mucho placer lo que escriben otros y me parece desconsiderado esperar que sean los demás quienes me alimenten siempre sin dedicar algo de mi tiempo a cocinar algo a cambio para compartirlo con el mundo… En fin, hay muchas razones para hacerlo pero hay muchas otras para no hacerlo: el esfuerzo necesario para vencer la pereza, la intuición de que lo importante es vivir (como si esto de escribir – o similares – fuese desperdiciar tu vida), la sensación de que si escribes sobre lo que hacen los demás debes estar a la altura, que no sirve cualquier cosa (a veces pienso que eso no es más que una chorrada prejuiciosa y castradora), no querer convertirte en un pesado, el cansancio que produce la sobrexposición a la mirada del público… Como diría Joe Crepúsculo (¿fue él?), adentrémonos en esos pensamientos. Ayer por la noche leí en la edición digital de Jot Down una kilométrica entrevista (¿quién dice que en internet no se puede leer textos largos?) de Kiko Amat a Manolo García, el de El último de la fila, en la que Manolo, entre muchas otras cosas interesantes, contaba lo siguiente:
(…)por un lado tengo un carácter muy extrovertido y en un escenario me las pinto solo, estoy en mi hábitat natural, en mi salsa, pero a la vez hay una descarga, te quedas un poco exánime, hay un vampirismo: tú chupas una energía de la gente, pero a la vez la gente también te deja sin fuerzas. Cuanta más cantidad de público, cuantos más centenares o millares de personas, más notas el cansancio; físicamente, también psíquicamente, pero el primer impacto es físico: entras al camerino después de un concierto ante veinte mil personas y has adelgazado, estás más flaco, es algo físico, te pones delante del espejo y han de pasar unas horas hasta que recuperas tu yo normal, tu yo de hace doce horas.
Podríamos discutir sobre si publicar en internet se parece más a estar en un escenario que a otra cosa, como sostuvo María Ptqk en el Laboratorio 987 del MUSAC hace unos meses, pero lo que está claro es que salir a un escenario y ponerse delante de un público es, indiscutiblemente, como salir al escenario y ponerse delante de un público. Así que, no sé si como Manolo García, pero Félix Pérez-Hita, esta semana, ha recibido una sobredosis de sobrexposición que le debe de haber dejado tumbado como mínimo todo el fin de semana. Si le llaman estos días y no contesta tengan piedad de él.