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Carta a Jonas Mekas desde el Sâlmon< (V)

Querido Jonas Mekas,

lo prometido es deuda. Te prometí que si sobrevivía al fin de semana te escribiría una carta más. Sobreviví, así que debo cumplir mi promesa. Mira, este festival es inabarcable. Es un atracón. Hay tantas cosas que ver que no es posible verlas todas sin morir en el intento. Y yo me propuse sobrevivir al fin de semana, así que no las he visto todas. Pero también es verdad que muchas de ellas ya las había visto. Incluso escribí sobre ellas, así que no me voy a repetir. Por ejemplo, Parecer felices, de las Pollo Campero, que se ve que llenaron estos días en el Antic Teatre, lo vi en el TNT (y lo conté aquí). En La Caldera, el sábado por la mañana, había una muestra de trabajos en proceso. Estaban Rosa Muñoz y Mònica Muntaner con Quatre octaves i mitja, que se estrenará pronto en el Antic Teatre. Hace unos meses ya hicieron una muestra de este trabajo en el Antic (y lo conté aquí). Ahora, me cuentan que la cosa ha crecido, como es natural. En La Caldera también estaban Cris Blanco, Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol, con Lo mínimo. También lo había visto, en La Pedrera (y lo conté aquí). A lo que vi en La Pedrera ahora lo llaman Lo pequeño porque Lo mínimo será lo que estrenarán próximamente en El Mercat de les Flors. Lo pequeño, en este caso, dará pie al nacimiento de Lo mínimo. Otro ejemplo, Txalo Toloza y Laida Azkona. Estrenaron Tierras del Sud en el TNT (y lo conté aquí). El fin de semana anterior, no este, presentaron Ollas comunes en el MNAC, una propuesta que duraba seis horas y que es una ramificación de ese mismo proyecto.

Es que, a veces, Jonas, todo esto escapa un poco a cualquier intento de fijarlo, empaquetarlo y venderlo como salchichas. Todavía, en lo que podríamos llamar la industria, se le da mucho valor a los estrenos, las piezas nuevas, se buscan productos acabados, con nombre y apellidos, que puedan irse sumando a una lista de obras que engrosen un currículum. Pero la realidad es otra. En el territorio de las artes vivas no todo el mundo trabaja así. La industria intenta fijar una realidad que escapa a ese intento. En mi opinión, es una lástima que la industria esté tan atrasada con respecto a la realidad. Al final, los artistas se tienen que adaptar a la anquilosada industria, al mercado, no sé ya cómo llamarle. Pero creo que sería más interesante y productivo para todos, incluido el público, por supuesto, si fuese al revés. Los artistas no se comportan así por capricho. Se comportan así porque es lo más apropiado y acorde con las nuevas realidades en las que vivimos, ¿no crees?

Durante estos días me he encontrado a algunos artistas preocupados por si el público va a ver sus trabajos en proceso sin ser plenamente consciente de que no son trabajos totalmente acabados, incluso, a veces, en una fase inicial de la creación. Yo creo que eso es fruto del terror psicológico producido por ese desfase entre lo que significa en la práctica la creación artística aquí y ahora y lo que el mercado o los guardianes de la excelencia esperan de ti. Pero quizá todo esto no sea más que una opinión personal más que no todo el mundo tiene por qué compartir. Mientras escribía esto estaba acordándome de Flaubert, que podía tirarse una semana entera para encontrar el adjetivo adecuado. El otro día me partía el culo imaginando cómo se comportaría Flaubert en una conversación por whatsapp. ¿Tardaría un día entero en escribir medio whatsapp? Por cierto, la imagen no es mía. La he robado.

Ah, me encantó ECLIPSE: MUNDO. Y yo creo que es de las que a ti te hubiesen gustado. Últimamente no se ven muchas propuestas de ese estilo por estos pagos. Y se echan en falta. Me refiero a un grupo de gente bailando en escena pero sin reducir el nuevo contexto a las formas que ya conocen, apelando a los mismos ritmos de hace veinte años, a la misma sintaxis, forzando dentro de esa camisa de fuerza a las nuevas sensibilidades y distorsionando de ese modo el contenido, como le decías al amigo Pasolini, sino todo lo contrario. La sala grande del Mercat prácticamente se llenó. Eso fue la noche del sábado.

No conecté mucho con Jinete último reino, qué le vamos a hacer, mira que le puse empeño. Pero creo sinceramente que debí de ser el único. El público me pareció totalmente entusiasmado hasta el borde de la emoción. A las cinco de la tarde de un domingo, que tiene mérito.

Todo el festival está petado de público. Como me vuelva a encontrar a alguien que me diga que no hay público para este tipo de propuestas… Lo que no hay es peña que suelte dinero para pagar lo que cuesta la publicidad.

Un abrazo, Jonas. Hasta pronto.