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El archivo que se desplaza para llamar la atención sobre algo aún más importante

Desde el año 2000 hasta finales de 2012 existió en el Mercat de les Flors un centro de documentación abierto al público. Manel Alcobé, el responsable del archivo, se encargó de ordenar el fondo documental que se había ido acumulando desde la inauguración del Mercat, en 1983, con el estreno de La tragedia de Carmen, de Peter Brook, de la cual aún se conserva un único cartel en ese archivo, ahora cerrado al público. El archivo cerró debido a los recortes que se produjeron a raíz de lo que hemos dado en llamar “la crisis”. Pero antes de eso, Manel Alcobé se encargó de limpiar, desempolvar y ordenar el fondo documental acumulado, que incluía vídeos de las piezas que formaron parte de la programación del Mercat pero también registros de los años sesenta y setenta, además de programas de mano, carteles y diversas publicaciones. En ese archivo también se almacenaban los vídeos de piezas que diversos creadores enviaron al Mercat durante ese periodo pero que nunca llegaron a incluirse en su programación. Todo este material, unos 4.000 documentos, según su archivero, fue catalogado y archivado junto a una ficha descriptiva, para lo que fue necesario que el responsable del archivo visionase cada uno de los vídeos que allí se custodiaban. El archivo estuvo al servicio de las necesidades del equipo del Mercat de les Flors pero también fue utilizado por sus vecinos del Institut del Teatre y por numerosos investigadores y estudiosos de las artes escénicas contemporáneas y otras disciplinas. Pero el archivo cerró porque cuando llegaron los recortes la dirección consideró que no era una prioridad mantenerlo y ahora todos esos vídeos y el resto de documentación reposan en el primer piso del Mercat, en un espacio relativamente pequeño que quizá resucite en otra vida.

Mientras tanto, Quim Bigas, un coreógrafo nacido un año después de la inauguración del Mercat de les Flors, veinte años antes de que el Mercat se convirtiese en la casa de la danza (recordemos que en sus inicios, y hasta principios de los años 2000, el Mercat estuvo al servicio de las artes escénicas contemporáneas, no solo de la danza), se ha tomado la molestia de bucear en ese archivo clausurado para, centrando su investigación en los solos de danza que allí se encuentran, unos 360, y más en concreto, los que no utilizan ni escenografía ni objetos, 38 en total, crear una pieza de danza que homenajee y resucite algo de la energía almacenada en ese archivo. Ese gesto es lo más destacable de esta pieza, Desplaçament variable, estrenada la semana pasada en la sala Maria Aurèlia Capmany del Mercat de les Flors, con Søren Linding Urup, Aina Alegre, Sílvia Sant Funk y Ángela López en escena. Como queriendo subrayar el gesto, al inicio de la pieza, las luces se apagan y se vuelven a encender para acto seguido repartir al público el programa de mano, un programa en el que se sitúa al espectador. Vamos a ver una pieza de danza documental que toma como punto de partida el registro audiovisual de un centro de danza. Vamos a ver a tres intérpretes que narrarán con sus cuerpos el desplazamiento de los solos escogidos, con sus diferentes gramáticas corporales, reviviendo aceleradamente y de un modo fragmentario el contenido de un archivo al que actualmente no se puede acceder. Si le damos la vuelta al programa de mano podemos ver el listado de piezas escogidas, un amplio abanico que incluye creadoras locales, como una de las intérpretes que intervienen en la pieza, Silvia Sant Funk, compañeras suyas, como Bea Fernández (ambas, fundadoras del espacio de creación barcelonés La Poderosa), del resto del estado, como Mónica Valenciano, La Ribot o Élida Dorta e internacionales, como Eszter Salomon o Susanne Linke. Los solos, en esta pieza, se convierten en tríos, a veces al unísono y en otras ocasiones como si se desplegasen desde diferentes puntos de vista temporales y espaciales. No es una reproducción literal, es un trabajo que parte del código fuente original para componer otra cosa. El archivo está presente en los cuerpos de las intérpretes, por supuesto, pero también se hace referencia a él con otros recursos escénicos, como las dos telas que las intérpretes van izando poco a poco durante el transcurso de la pieza, casi como banderas, en los laterales, en las que, sin que podamos llegar a descodificar del todo su contenido, se alude al formato de las fichas que, en su momento, redactaba Manel Alcobé, el responsable del archivo, para catalogar los documentos. De vez en cuando, Ángela López aparece en el espacio escénico y desaparece hasta que volvemos a advertir su presencia en los lugares más insospechados, en el techo o en las escaleras que dan a él, guiando nuestra mirada hacia el espacio que vio nacer el archivo madre de todo esto mientras, de vez en cuando, pega en alguna pared lo que parecen ser etiquetas identificativas que catalogan lo que ya son pedazos de historia, en su mayoría, oculta a nuestros ojos. Al salir de ver la pieza nos encontraremos ese tipo de etiquetas en los lugares más insospechados: sobre una mesa, en una puerta o encima de un urinario, en los baños del edificio del Mercat.

El viernes no hubo función debido a la huelga general en Catalunya. Debido a ese paro nos quedamos con las ganas de presenciar la charla, anunciada para después de la función, entre Quim Bigas y la coreógrafa Ana Buitrago, ligada durante muchos años a La Porta, organización barcelonesa dedicada a la danza que estuvo en activo veinte años, desde 1992 hasta un año después del cierre del archivo del Mercat de les Flors, y cuyo archivo, sin catalogar, reposa en estos momentos en el actual emplazamiento de La Poderosa. La Poderosa, Premi Ciutat de Barcelona en el año 2015, se vio obligada a trasladarse desde su antiguo emplazamiento, en el carrer Riereta 18, al actual, en el carrer Sant Germà 5, cuando un inversor compró el antiguo edificio del Raval, el popularmente conocido como Can Seixanta. Pero pronto deberá volver a emigrar, quizá esta vez ya fuera de la ciudad, por la misma razón que la vez anterior: la especulación inmobiliaria. Quizá lo de menos, en este caso, sea preguntarse qué es lo que pasará con su archivo sino si quedará alguien en activo en Barcelona para consultar algún tipo de archivo, suponiendo que quede alguno abierto.

Publicado en Teatron.