Mi tren llega a la estación de Pamplona/Iruña con cinco minutos de adelanto. Hace mucho calor, casi 30 grados. Aparece un taxi. El taxista se baja del coche y grita mi nombre al viento. Soy yo. Me meto en el taxi y le digo que voy a Puerto Príncipe, un albergue juvenil que el taxista dice que es para deportistas. ¿Eres deportista? No, no estoy aquí en calidad de deportista, no. Entonces debes de ser periodista. Dudo. Debo de serlo, sí, entre las mil y otras cosas que soy y que hago para ganarme la vida. Se me debe de estar poniendo cara de periodista. El viernes, en la librería de viejo que hay en el Carrer dels Àngels de Barcelona, la propietaria me preguntó lo mismo mientras me enseñaba unos antiguos números de la maravillosa revista Party. Tú debes de ser periodista, ¿no? La revista, editada en Barcelona en el año 1977, llevaba por subtítulo Revista del espectáculo. En portada, una chica desnuda, en grande, acompañada siempre por un desnudo masculino, en pequeño. La propietaria de la librería me dijo que creía que se trataba de una tapadera de revista gay, con cierto disimulo necesario debido a la época en la que fue editada. Yo, que he comenzado a leerla, creo que ahí hay algo más. En cualquier caso la revista habla de artistas del espectáculo. Por muchos nombres bonitos y conceptuales que inventemos, por muchas vueltas que le deis, amigas y amigos, me temo que eso es lo que somos y llevamos siendo, por lo menos, desde el 77 hasta hace un minuto: artistas del espectáculo.