El otro día leía en la prensa, estupefacto, la siguiente sentencia: “Retirar un nombre para poner un número es un ataque a la creación”. Lapidaria declaración atribuida a una autora teatral indignada por el cambio de nombre de las salas Max Aub y Fernando Arrabal de las Naves de Matadero Madrid, que recientemente iban a recuperar su nombre original, Nave 10 y Nave 11, lo que causó un revuelo que aún me tiene maravillado. Después de desternillarme de risa en el sofá de mi casa, recuperé mis damnificadas conexiones neuronales y me dije: como se entere Daniel Tammet…
Llevo días leyendo La poesía de los números de Daniel Tammet, un matemático escritor de 38 años, que he descubierto recientemente porque viene a Barcelona al Kosmopolis, y me tiene totalmente fascinado por varias razones. Para empezar, por su historia personal. Tammet está diagnosticado como Asperger. Es autista, vamos. Pero su Asperger es del tipo savant, una variante que solo padecen el 1% de los Asperger y que también se conoce como el Síndrome del Sabio. Los savants tienen una memoria prodigiosa, están especialmente dotados para las artes y disponen de una increíble capacidad de cálculo. Él, además, por si fuera poco, es sinestésico: puede escuchar colores, palpar sabores y cosas por el estilo. No tenía ni idea de que existiese un síndrome como el savant. Más que un síndrome parece una bendición, aunque me imagino que, desgraciadamente, tendrá sus complicaciones para la vida diaria.