Fotografías de Alessia Bombaci
El martes fui a ver una película al cine. El miércoles cené en uno de mis bares preferidos. El jueves fui a ver un estreno de danza. El viernes vi un documental sobre pioneras de la música electrónica. El sábado me acabé un libro y retomé otro que comencé a leer el sábado pasado en una librería. Por la noche me fui de bares. El domingo al mediodía fui a un concierto de órgano en una iglesia después de presenciar el desfile de gigantes y cabezudos de las fiestas de Santa Eulàlia. Luego acepté una invitación para comer un botillo casero. Por la tarde fui al Antic Teatre a ver 100 cosas que hacer hoy mejor que ver este espectáculo de Paloma Calle, una pieza que, entre otras cosas, es una crítica al consumo bulímico y superficial actual.
¿Pero es posible desmontar la casa del amo con las herramientas del amo? No lo sé. Paloma Calle dice que su pieza utiliza el propio dispositivo que cuestiona para existir. También dice que es una pieza que desde el título se niega a sí misma, es un catálogo, es un juego, es una tomadura de pelo, (…) es pura poesía, es una trampa, es una propuesta donde nadie sabe lo que pasará, es una obra donde se habla de: acumulación, el consumo, el paso del tiempo, la dimensión poética y política de las acciones cotidianas, el placer, el decrecimiento, las relaciones, la improductividad, lo absurdo de nuestra cotidianidad, el azar como eje articulador de la vida, la presencia, lo espectacular.
Entramos a la sala por la puerta lateral porque en el espacio reservado habitualmente para las gradas del público (retiradas para esta ocasión) nos esperaban la madrileña Paloma Calle y la cubana Martica Minipunto. Al fondo, pegada en la pared, una cartulina en la que están escritas, numeradas, esas cien cosas que hacer hoy mejor que ver el espectáculo que vamos a ver. Algunas están tapadas y otras al descubierto ya. En el suelo, un montón de objetos desparramados. Hay que decir que esta pieza, originalmente, se pensó para que durase cuatro horas. En esta ocasión la pieza dura dos horas pero el público de los días anteriores ha sido invitado a continuar la sesión otro de los cuatro días que se presenta la obra. Podemos entrar con bebidas, se nos invita a entrar y salir cuando queramos, podemos sentarnos en el suelo o en las sillas que están colocadas en el espacio en el lugar donde el público del día anterior las dejó, porque se nos invita a colocar nuestra silla donde nos apetezca.
Sobre una mesa hay un bombo con bolas numeradas que Martica irá extrayendo, una cada vez. Martica dice en voz alta el número y a continuación Paloma se dirige al panel donde está escrito el número correspondiente, destapa la cinta que recubre el enunciado de la cosa y la lee en voz alta. A continuación, durante dos minutos, esa cosa, esa acción, se hará realidad ante nuestros ojos. Cuando suene la señal sonora la acción se abandonará en el punto en el que esté en ese momento para dar paso a la siguiente, con el mismo procedimiento, que se repetirá cincuenta veces.
Algunas de las acciones que recuerdo son: hablar de tu familia, fumar, brindar, ver una serie, comer pizza, masturbarse, cantar en un karaoke, bailar danza contemporánea, hacer una performance, descansar, cortarse las uñas, cambiarse de sitio, montar una fiesta, coser un botón, hacer una sesión de espiritismo, silbar, criticar a tu ex, leer poesía, suicidarse, imitar a alguien, hablar con la a…
La mayoría de las acciones las realizan las propias intérpretes, en algunas se nos invita a participar. Salvo un par de personas el resto parece que hemos venido sin acompañante. Pero como brindamos con ron, fumamos en el patio, comimos pizza, vimos el inicio de un episodio de Juego de tronos proyectado en pantalla gigante, cantamos juntos A quién le importa de Alaska y Dinarama siguiendo la letra como en un karaoke, participamos en una sesión de espiritismo cogiéndonos de las manos, nos intercambiamos las sillas (estas fueron las acciones para las que se nos pidió participar) y reímos bastante, al final, más de la mitad del público acabamos intercambiando contactos y tomándonos algo en el patio del Antic una vez acabado el espectáculo. A mí esto me parece que no me había pasado nunca.
El vídeo es de la presentación en una edición pasada del festival Sâlmon, en aquella ocasión con Paloma Calle acompañada de Sara Manubens.
Publicado en Teatron