Semana Boris Charmatz en Barcelona. El Mercat de les Flors le acaba de dedicar una de sus constelaciones. Esta semana se inicia otra, tan recomendable como la de Charmatz, dedicada al trabajo de Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol. Las constelaciones del Mercat de les Flors son una especie de ciclos dedicados a un creador, o a una compañía, en la que se reúnen varios de los trabajos de los creadores a quienes va dedicada la constelación pero también, en ocasiones, algunos trabajos de otros creadores relacionados con ellos. En el caso de Boris Charmatz, en una semana se presentó su trabajo Flip Book y, unos días después, 20 bailarines para el siglo XX, en colaboración con el MACBA y en las salas de este museo. La constelación también incluyó una conferencia de Isabelle Launay y dentro de unos meses, en marzo, finalizará con otra obra de Charmatz: 10.000 gestos.
En la próxima constelación dedicada a Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol, el 30 de octubre podremos ver Los micrófonos y al día siguiente Y por qué John Cage? (31 de octubre y 1 de noviembre), una de las piezas más aplaudidas de la última década dentro del circuito de las artes en vivo nacional, realizada con lo puesto y cosida a base de metamierda excepcionalmente bien llevada para no acabar con la frescura que emana del fabuloso encuentro entre estos dos artistas. Acabarán con Grand Applause (3 y 4 de noviembre), una pieza de gran formato que pretende trasladar el formato expositivo a una gran sala, la Maria Aurèlia Capmany, mezclando el trabajo de artistas como Luis Úrculo, Norberto Llopis o Bernhard Willhelm con la ópera Carmen de Bizet, y con Héroes del Silencio sonando allí al fondo. Y por en medio podremos ver el trabajo de Eva Meyer-Keller (1 y 2 de noviembre) y también el de Marcos Simoes y Sara Manente (3 y 4 de noviembre), artistas incluidos en la constelación por su conexión con los Mont de Dutor.
Estos días parece que el Mercat de les Flors (con la colaboración del MACBA) se haya propuesto volver a poner en órbita a Barcelona dentro del circuito institucional de la modernidad escénica. Nos alegramos. La recepción que ha tenido esta última semana de constelación Charmatz debería animarles a continuar en esa línea. A juzgar por los comentarios que se escuchan y se leen por las redes, da la impresión de que el público está sediento. Mirad, si no, la cantidad de vídeos y fotografías que podéis encontrar en Twitter con los solos de danza de los 20 bailarines para el siglo XX grabados en el MACBA este fin de semana. Veinte bailarines de diferentes generaciones interpretando, apropiándoselos, algunos solos que, a pesar de que gozaron de cierta fama en el siglo pasado, seguramente ya hemos olvidado (porque así es esto: efímero).
Gestos, trazos, memoria, danza. Hoy Boris Charmatz reflexionaba en las salas del museo sobre la transmisión de la danza, y la bailaba. Sin duda él la logra con sus 20 bailarines del Siglo XX en @MACBA_Barcelona o con Flip Book que pude ver en @mercatflors el jueves pasado❤️ pic.twitter.com/wmK8PMJlFa
— Cloe Masotta (@cloe_cine_fila) 28 de octubre de 2018
Maravillosa la propuesta de Boris Charmatz «20 bailarines para el siglo XX». Un archivo viviente de danza, coreografía e historia en el marco de la exposición «Un siglo breve» en @MACBA_Barcelona — Mi bailarín favorito, y que atrapaba como un imán, Frank Willens 💣💥Love it. pic.twitter.com/CQAuvt82qJ
— Joan Morey (@joanmorey) 28 de octubre de 2018
En Flip Book, que Charmatz presentó el 24 y el 25 de octubre, también se aborda un cierto historicismo de la danza en una pieza coreográfica realizada a partir de la lectura rápida de un libro de fotografías que repasa la trayectoria, más de cien trabajos, de Merce Cunningham. En esta pieza, como en la que presentó en las salas del MACBA, el propio Boris Charmatz baila junto a, en este caso, cinco bailarines más (tres hombres y dos mujeres). En primera fila, en un atril, podemos ver el libro durante toda la pieza (Merce Cunningham, un demi-siècle de danse de David Vaughan, dirigido por Melissa Harris, Ed. Plume, 1997), junto a la mesa de luces. Quien la manipula va pasando las páginas de libro sincronizadamente con lo que sucede en escena, una versión libre, en movimiento, de algunas de las fotografías. La mayoría de las fotografías, por supuesto, provienen de piezas de Merce Cunningham pero también encontramos algunas que son simplemente retratos, por ejemplo. Algunas de esas fotografías también son reproducidas en escena, de la misma manera que la coreografía también se fija en el papel que desempeñaron en escena músicos como John Cage, colaborador habitual de Cunningham, manipulando teclados y ordenadores imaginarios, porque en escena no hay objetos, solo los seis bailarines vestidos a lo Cunningham. Entre fotografía y fotografía hay que rellenar los huecos y eso es lo que hacen Charmatz y los suyos, completando así una versión aleatoria y moderna repleta de energía, virtuosismo y humor, que nos aproxima al universo de Cunningham, en consonancia con él, sin perder el contacto con nuestro tiempo.
Publicado en Teatron