Es curioso recordar que Beethoven publicó sus Sonatas para piano, por entregas, en forma de partitura musical, para que la gente las tocase en sus casas. En una época (finales del siglo XVIII, principios del XIX) en la que aún no existían las modernas técnicas de grabación sonora, los aficionados esperaban la siguiente publicación de su compositor favorito de la misma manera que en el último tercio del siglo XX esperábamos el lanzamiento del último disco de nuestro grupo favorito o como en la actualidad estamos pendientes de cuándo saldrá el próximo videoclip en internet. Pero, en aquellos lejanos tiempos, el mecanismo era más parecido a lo que sería actualmente la industria editorial. Los aficionados esperaban las últimas sonatas de Beethoven (solían publicarse de tres en tres) como ahora esperamos la publicación de la última novela de nuestro escritor preferido. Compraban papel. Cuando Beethoven era un creador contemporáneo (porque su música entonces era una creación actual, no pocas veces experimental e incluso tan avanzada que, hacia el final de su carrera, el propio compositor era consciente de que escribía para un público del futuro), para poder disfrutar en la intimidad de la música de Beethoven había que saber leer partituras y estar muy entrenado en el arte de la interpretación musical. Beethoven escribía sus Sonatas para un gran público de músicos amateurs, pero amateurs muy preparados porque, como todo aquel que lo haya intentado alguna vez habrá podido comprobar, tocar una sonata de Beethoven entera, hasta las más sencillas técnicamente, no es cosa fácil y requiere de años de estudio y práctica. En pleno siglo XXI la aproximación a la música de Beethoven ha cambiado mucho, claro. A pesar de que, seguramente, nunca ha habido en la historia tanta gente tocando a Beethoven en sus casas, ahora podemos escuchar cientos de grabaciones de sus 32 Sonatas cuando nos dé la gana y en cualquier momento. Lo curioso es que algunos seguimos yendo a conciertos para que músicos profesionales las interpreten ante nosotros (los mismos que también graban sus interpretaciones para que las escuchemos cuando queramos), rodeados de un numeroso público que se congrega en un respetuoso silencio durante una hora y media en auditorios construidos a tal efecto. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué tipo de experiencias buscamos ahí?
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