Me da la impresión de que, hasta hace poco, si alguien metía en la misma frase expresiones como “denuncia”, “política” y “arte” muchos nos poníamos a temblar, temiéndonos lo peor. Los que viajaban a América Latina nos contaban que allí la cosa era diferente. Pero si algún latinoamericano nos venía con ese cuento y nos rozaba un poco, salvo contadas excepciones, poníamos cara de “te entiendo y lo siento mucho pero así no”. No es que no estuviésemos lo suficientemente concienciados políticamente, no es que no aprobásemos mezclar arte y política, al contrario, pero preferíamos no abordarlo de una manera tan directa, por respeto, por pudor, por lo que sea. Puede que estos años chungos estén comenzando a hacernos mella o puede que haya muchas maneras de tratar el tema y, quizá, hayamos tenido malas experiencias al respecto que nos hayan dejado un poco traumatizados. Hay de todo, claro, pero algunos de nosotros puede que creyésemos que es bastante obsceno tratar según que temas relacionados con el dolor humano provocado por las injusticias del mundo para montar un espectáculo y que, al final, te aplaudan y te ganes la vida con eso. Pero si eludimos esos temas en lo artístico ¿no estaremos escaqueándonos? Por otra parte, cuando leo o escucho a los que denuncian la poca implicación de los artistas con lo político, exhortándonos, a veces exigiéndonos, que arrimemos el hombro y trabajemos para la causa componiendo música, haciendo películas, escribiendo libros, lo que sea pero centrándonos en una temática política, me dan ganas de desertar y gritarles a los intelectuales del comité central que no hay nada más subversivo que pasárselo bien. Y luego les diría que todo es política, que todo es un acto político.
Pero en esta edición del TNT un considerable número de propuestas eran arte de denuncia, o estaban impregnadas de denuncia política. Y me he encontrado de todo, pero he participado de experiencias muy contundentes en su denuncia política y que, al mismo tiempo, no da vergüenza ajena contemplar en un escenario sino, más bien, todo lo contrario, son bellas y emocionantes a un tiempo.