Últimamente me pasa que, cuando leo un libro, escucho música, veo una película o una serie de televisión, todo me lo llevo a un terreno personal, encuentro analogías con todo lo que sucede a mi alrededor y, ya incluso en el punto de lo psicomágico, veo señales por todas partes. Un ejemplo de esto es lo que me ha pasado con el último libro que he leído: El sexe dels àngels, de Terenci Moix.
Un libro que ganó el Premi de Novel·la Ramon Llull en 1992, aunque Terenci Moix había escrito ya una primera versión en 1969. En el prólogo, Pere Gimferrer, jurado de ese premio, afirma que esta novela no solo es la mejor novela catalana de Terenci Moix sino también una de las principales novelas de toda la literatura catalana moderna posterior a Curial e Güelfa y Tirant lo Blanc y, por tanto, según él, la principal aportación que su generación ha dado a la narrativa catalana. Ahí es nada. Bueno, esa es la opinión del miembro de la Real Academia Española y Premio Nacional de las Letras Españolas, el señor Gimferrer, amigo de Terenci.