Crónica de Marc Caellas publicada en Teatron del concierto de Novios en Barcelona en la Jornada de no reflexión.
Tengo que mirar varias veces el papelito con la dirección que llevo en el bolsillo. Luego el Google Maps. Ya está. Llegamos. Y eso que pasé gran parte de mi vida a pocas cuadras del lugar, pero ni así. Los habitantes del passatge… (no voy a desvelar el nombre para no dar ideas a la mafia, que ya basta de hoteles, generators y demás vertederos humanos) disfrutan de una suerte de oasis tropical de felicidad escondidos entre edificios. Una extraña atmósfera de paraíso fiscal emocional sobrevuela la zona. Es de estos espacios en los que te sientes bien independientemente de la compañía o de los grados de alcohol de la bebida que tomes. Pero es que hoy, además, la compañía es inmejorable, y la bebida, pues, está a la altura. Gracias señor Yzaguirre.
Durante la primera hora somos pocos aún, pero hay tiempo para hablar sobre cualquier cosa, como ese pueblo en Castellón que se puso de moda entre los grafiteros y ahora es un museo de arte vivo, éste sí. Lo insólito es que mientras hablamos esto con Rubén y Pablo se suma a la conversación otro invitado a la fiesta, ¡de Castellón!, que asegura que jamás escuchó esto. Se aparta un momento, revisa en su móvil y vuelve con cara de satisfacción. El pueblo se llama Fanzara. Un pueblo envejecido, como tantos en España, reconvertido ahora en el MIAU (Museo Inacabado de Arte Urbano). La próxima fiesta hagámosla en Fanzara. Y ya está.