Viajo en coche recorriendo toda la Península ibérica de costa a costa. Mientras flipo una vez más con la diversidad de paisajes, lugares, lenguas y gentes tan diferentes que uno puede encontrar en una línea más o menos recta entre el Mediterráneo y el Atlántico, escucho en la radio a un conocido escritor que echa en falta en España más adversarios y menos enemigos. El escritor dice que nos iría mucho mejor si pudiésemos encontrar espacios para todos y discutir civilizadamente nuestras diferencias en vez de pensar en asesinar a nuestro rival, violar a su pareja y secuestrar a toda su familia a las primeras de cambio en cuanto alguien no piensa como nosotros. Adentrándome en estos pensamientos me dirijo al ALT de Vigo, un festival de artes escénicas que lleva 14 años de actividad ininterrumpida, algo que a estas alturas es toda una hazaña, en Galicia y en cualquier otro punto de la Península. Roberto Taboada, miembro del equipo del ALT, me contará unos días después que, de los (si no recuerdo mal) 15 festivales con los que se asoció el ALT en su día, sólo quedan en activo el ALT y otro más.