El otro día, mientras hacía cola para entrar en La Pedrera a ver el Constructivo de Ernesto Collado y Piero Steiner, una persona comentaba conmigo la jugada sobre el post que escribí la semana pasada a partir de mi visita al CDN de Montpellier. Entre otras cosas, me decía que el público francés no es como el público español, que aquí hay que trabajar mucho todavía para crear público para este tipo de propuestas más arriesgadas y todo eso que llevo años oyendo en ciertos ambientes sin que ni uno solo de los argumentos que se utilizan en este tipo de conversaciones consiga convencerme lo más mínimo. Es más, no puedo evitar pensar: ¿dónde está la bolita? Como si estuviese ante los trileros de Las Ramblas. La pieza que los dos íbamos a ver estaba programada en un ciclo, Noves Escenes Noves Mirades, que ha cerrado con una ocupación prácticamente total (y quizá me quedo corto y le sobra el adjetivo prácticamente, no lo sé). Para la última sesión del ciclo, la que íbamos a ver, las entradas estaban agotadas desde unos cuantos días antes. Uno de los argumentos para que los centros públicos catalanes y españoles no asuman el riesgo que, según los defensores de esta corriente de opinión, supone programar este tipo de propuestas es la presión que estas instituciones tienen que soportar para que salgan los números sobre afluencia de público. Unos días después, otra persona me comentaba que en el Teatre Nacional de Catalunya están muy preocupados porque la afluencia de público ha bajado un 30% más (digo más porque, por lo que dicen, ya hace tiempo que el público no les acompaña). Pero, en cambio, llega a mis oídos que, ante la razonable propuesta de programar allí a creadores nacionales que suelen llenar en cierto circuito, que es el que acostumbro a visitar, la respuesta del TNC es que ese tipo de espectáculos no tiene público. Y me pregunto: ¿no será al revés? Las instituciones que pueden permitirse un desorbitado gasto en comunicación y publicidad no llenan las salas. En cambio, llevo unos meses yendo a ver cosas muy diversas de un circuito que dicen que no tiene público y que, en algunos casos, no puede permitirse ni un mínimo de presupuesto en comunicación ni en publicidad, y lo petan de gente. Y me puse a hacer un repaso de esto, que era una impresión, para ver si realmente estoy fuera de la realidad o qué pasa. Así que os presento a continuación un repaso rápido, por orden cronológico, realizado a partir de mi propia experiencia, de cosas que he ido a ver en los últimos meses en las que el público llenaba la sala. Comienzo en octubre, aprovechando que desde esa fecha no he escrito sobre nada de lo que he ido a ver, y así, de paso, me pongo al día. Lo de que el público llenaba los sitios que enumero a continuación no me lo ha contado nadie. Lo he visto yo con mis propios ojos. No creo que la cantidad de público que va a ver algo sea el único factor a tener en cuenta a la hora de medir la bondad de lo que sea. Pero creo que, le pese a quien le pese, cierta gente que gobierna ciertas instituciones está empecinada en ocultar cierta realidad que está aquí, entre nosotros. A mí que no me engañen. Seguro que me dejo cosas de las que no me acuerdo. Si queréis completar la lista con vuestra propia experiencia os invito a utilizar los comentarios.