Jueves, una y media de la tarde. Estoy acabando de regar el jardín. Miro el reloj. Se me hace tarde. Me pongo mis botas de skinhead (no) punk (de espíritu, a veces) ¡escritor? (eso dice la wikipedia española). Me pongo mis botas de imitación de escritor (las originales son demasiado caras -aunque si aguantan veinte años quizá no lo sean tanto-). Imitación de escritor me parece muy apropiado. Pillo la bici y bajo a la calle. Mientras cruzo las Ramblas pienso en que mi bici lleva más de quince años llevándome a sitios interesantes. Son muchos años. Mientras atravieso Sant Jaume me invade un sentimiento de profundo agradecimiento hacia mi autos usados. Principios de marzo, la primavera ya casi se huele. Cruzo la Via Laietana, una calle que sólo me resulta agradable cuando bajo por ella en medio de una manifestación. Una calle con cinco carriles para los coches no es una calle, es una autopista.