Hace tanto tiempo que no escribo que ahora mismo no sé ni por dónde empezar. Se me agolpan en el subconsciente los temas y las ideas pero, como no me apunto casi nada de lo que se me ocurre en el momento en que se me ocurre, ahora que por fin me decido a escribir tengo que hacer un esfuerzo enorme por acordarme de algo de todo eso que iba a contar, algo que me parezca mínimamente interesante compartir con el mundo. Y la verdad es que no me resulta fácil encontrarlo. Pero, por lo menos, tengo dos imágenes y dos vídeos. Empezaré por ahí.
Hace unas horas he tomado esta fotografía en un antiguo ascensor de Madrid. Una de las razones por las que no escribo aquí desde hace semanas es lo que podríamos llamar el cierre del año 2013. Para mí el cierre del último año ha sido un cierre repleto de fatiga, enfermedad, burocracia y miseria (moral y económica). No voy a hablaros ni de fatiga ni de enfermedad (cosas que pasan y que, afortunadamente, en mi caso tienen solución). Pero sí tengo ganas de decir en voz alta un par de cosas sobre la burocracia y la miseria (moral y económica), a riesgo de patinar una vez más (que os recuerdo que es algo así como el objeto de esta serie de notas que patinan).