Segunda parte de la entrevista a Simón. Martes 23 de octubre de 2012. Taberna de Atocha. Madrid.
Lo que pasó ese día fue muy fuerte. Habíamos acabado los últimos exámenes del último año en el instituto. Montamos una cena en el restaurante del Molinet, que tenía un bufet libre muy barato. Nos pusimos hasta el culo de sangría y langostinos congelados. Estábamos todos los de la clase y algunos profesores enrollados, que eran los típicos que se iban con los alumnos de viaje de fin de curso y con los que jugábamos partidillos de básket de vez en cuando. Me acuerdo que uno, el de Catalán, al final de la cena, nos decía: «Quà¨, nevarà avui?». El caso es que eran las fiestas de Badalona, pillamos unos taxis y acabamos allí, en una plaza, bailando pachanga con una orquestilla. Cuando se acabó la fiesta, a las 2 o las 3 de la madrugada, unos cuantos decidimos volver andando, supongo que por la pasta. Cuando pasamos Montigalà , en la frontera entre Badalona y Santa Coloma, nos habíamos quedado un grupo desperdigado, Master, yo y dos más. Habíamos perdido al resto. Bajábamos tranquilamente por en medio de una calle en cuesta, con una fila de coches aparcados a nuestra izquierda. Y entonces pasó un coche blanco, que venía por detrás muy lento y acabó deteniéndose a nuestro lado. En el coche iban dos tipos. El que conducía bajó la ventanilla como para preguntarnos algo.