Estuve en el festival de cortometrajes ALCINE, en Alcalá de Henares, un festival con 41 años de historia que resiste, según leo en el boletín oficial del festival, «adaptándose a los nuevos cambios (económicos sí, pero también de producción y consumo del audiovisual) con una apuesta esencial por el uso de la red como principal plataforma«. «Y así no solo se han recibido más cortos que nunca (más de 1.200) sino que Internet ha servido como herramienta para la inscripción y el visionado de los cortos agilizando, facilitando y abaratando todos los procesos«.
Entre los premiados del certamen nacional, Cristina Blanco en la categoría de mejor interpretación femenina por su papel protagonista en Ahora no puedo, dirigido por Roser Aguilar, y tercer premio al mejor cortometraje para Chus Domínguez por Notas de lo efímero, un trabajo realizado durante y para el Festival Punto de Vista de Pamplona, uno de esos festivales amenazados de muerte que parece ser que se ha salvado gracias a la presión popular y a los muchos apoyos recibidos por cineastas de todo el mundo.
Vi estos dos trabajos. Cristina Blanco demuestra una vez más en Ahora no puedo que es una gran actriz con unos recursos que parecen no tener límite y una capacidad para hacer fácil lo difícil con pasmosa naturalidad, además de una habilidad para infiltrarse en casi cualquier disciplina sin ningún respeto por las etiquetas (en la última semana la hemos visto dirigiendo un proyecto audiovisual y escénico en el Reina Sofía con los alumnos del master de creación escénica al mismo tiempo que realizaba versiones de edificios emblemáticos con objetos junto al arquitecto Luis Úrculo en el encuentro internacional de Arte y Acción mientras nos explicaba la historia del nacimiento y muerte de Europe y su single The Final Countdown). Hablo desde mi condición de fan. Su actuación sostiene prácticamente este cortometraje y lo hace creíble y hasta emocionante por momentos. Un cortometraje nada experimental, de corte más bien convencional y con acabados totalmente de industria del cine, que deposita todo el peso en esta actriz que no para de sorprendernos a los que la seguimos desde hace un tiempo en su faceta de creadora escénica, performer, intérprete, bailarina, videoartista, músico, conferenciante y bloguera. En la entrega de premios, Cristina dio las gracias a la directora Roser Aguilar por darle el papel sin conocerla. Bueno, yo añadiría que sin conocerla de nada más que por haber ido a verla a la representación de The Croquis en Figueres, en la desaparecida programación que Cà¨l·lula presentó durante algún tiempo en esa ciudad del Ampurdà . Los que la vieron sosteniendo ese solo creado a cuatro manos con Cuqui Jerez seguramente entenderán por qué a Roser no le hizo falta más. Cristina también dio las gracias a todo el equipo que la arropó en el rodaje y, por un momento, pensé que soltaría el discurso de recogida del à“scar que aparece en The Croquis, pero no. Fue una lástima porque hubiese animado la gala en el Teatro Salón Cervantes de Alcalá, que al menos fue corta.
Lo de Chus Domínguez, Notas de lo efímero, es fiel a su estilo. Está rodado como un cuaderno de notas sobre la estancia de Chus en la pensión Eslava, en el casco antiguo de Pamplona y filmadas como se vive: sin volver atrás, asumiendo los errores, asomándose a vidas fugaces que llegan y se van, como apuntes sobre el inexorable paso del tiempo. Es decir, Chus se fue 20 días a una pensión y se puso a filmar él solo con una cámara. Cada día montaba lo del día anterior y seguía. La norma era no revisar lo ya montado, seguir adelante siempre. Para algunos espectadores la proyección fue insoportable. Para mí fue de lo mejor que vi en el festival. En la misma sesión de proyección se mostraron trabajos muy diferentes: desde Ahora no puedo a un corto de 30 segundos como Flatmates 3.0 de Francesco Marisei, que reconocí porque ya lo había visto en Internet aquí.
Después de asistir a esa sesión tuve varias conversaciones sobre el tema este de la mezcla con gente diferente. Los acostumbrados al cine más convencional odiaron a Chus. Muchas veces también pasa lo contrario, algunos seguidores del cine iraní se remueven en sus asientos con las pelis de acción o, como diría Susana Zaragoza, con el chorradismo. Pasa en el cine como en las artes escénicas o la música. Con lo bonito que es comer de todo.
Volviendo a Chus, a quien le interese ver el corto premiado, puede acercarse por La Casa Encendida el día 29 de noviembre, donde proyectan ese y otros trabajos de él. El 22 también hay otra sesión de trabajos de Chus, a quien la Casa Encendida le está dedicando un monográfico. Y el día 1 de diciembre, como colofón, Chus será el conductor de la videoplaylist de la Casa Encendida. Chus ya firmó la videoplaylist de febrero en TEATRON. Se la recomiendo a los interesados en su trabajo y a los que no lo conozcan aún.
Por lo demás, lo que más me impresionó del festival fue el primer premio del certamen europeo: Claes de Martina Carlstedt. Un impresionante viaje casi sin salir apenas de la casa de Claes, un señor sueco que nos muestra su vida encerrado en casa, con sus miedos y sus quejas continuas, que es al mismo tiempo desternillante y terrible. El cariño que ha puesto Martina Carlstedt en su mirada y el acompañamiento continuo de su viejo amigo durante los 6 meses que duró el rodaje me sacudió los sesos y me dejó con un montón de preguntas sobre la vida de Claes y la mía propia. He encontrado esta entrevista a Martina sobre su impresionante película a la que le deseo mucha suerte.
Y para rematar, Trash entre amigos, a las 12 de la noche en la enorme sala de cine de El sueño de Lola, un impresionante local de Alcalá donde tomarte algo y echarte un bailecito en sus varias salas. Una propuesta de (copio y pego) Sr. Ausente –autor de El blog Ausente-, Ruben Lardín – reputado gourmet de la serie B, con notable bibliografía-, Raúl Minchinela –responsable de Reflexiones de Repronto– y Nacho Vigalondo -director de Los Cronocrímenes. Trash entre amigos lleva ya algún tiempo realizándose de manera itinerante. De hecho, cualquiera puede contratarlos desde su página web. Básicamente, alguien de entre ellos escoge una película para proyectar (en este caso varias pelis cortas ya que estaban en un festival de cortos). Preferiblemente de serie B o Z. El resto no saben lo que van a ver. Los participantes se sientan en las butacas del cine junto al resto de público. Sólo que ellos tienen unos micros inalámbricos que utilizarán sin parar durante toda la proyección para que escuchemos sus comentarios sobre lo que vamos viendo. Ya que el cine ha desembarcado en el salón de nuestras casas con pantallas de alta definición y dolby surround, el objetivo es llevar el salón de casa al cine y convertirlo en una experiencia compartida con la participación del público. La libertad en los comentarios, sarcásticos, inteligentes y chorradistas, fue absoluta, la selección exquisita y el público, que abarrotaba la sala se murió de la risa, gritó para hacerse oír y aplaudió a rabiar. Me recordó al espíritu del fallecido F.E.A. Festival. Aunque a esas horas de la noche y después de la gala de entrega de premios yo ya no podía ni tenerme en pie, Trash entre amigos alimentó como nunca mis ganas de seguir riéndome de todo hasta la muerte. Con armas así con las que espantar al miedo y la angustia existencial, somos invencibles.