La semana pasada estuve en Nueva York por primera vez. Fui a ver dos veces The Rehearsal (Cuqui Jerez, Cristina Blanco, Amaia Urra, María Jerez y Gilles Gentner) en el festival Crossing the line. No pongo más links a los artistas porque el resto no tiene web. Visité tres veces Liberty Place, sede de #OccupyWallStreet. Me manifesté una vez con ellos y miles de personas más en Times Square, el 15-O. Estuve en una fiesta privada con Sophie Calle y la hija de Godard pero no me di ni cuenta. Me crucé con Michael Moore y vaya si me di cuenta porque ocupa mucho espacio. Crucé una vez Manhattan andando. Me perdí de noche por el Bronx. Me bajé en una estación de metro al azar y no vi absolutamente a nadie por la calle. Me volví a meter en el metro de vuelta y me pareció que todos me miraban muy extrañados mientra esperaba el metro en el andén. Era el único blanco. Uno de ellos me dijo algo como rapeando y aplaudiéndome. En mi paranoia creí entender que me decía algo así como «sí señor, ole tus huevos» pero en inglés. No me enteré muy bien porque mi inglés es bastante cutre pero por si acaso me hice un poco el chulito, entre indiferente y orgulloso, tipo Clint Eastwood. No me quedó claro si el Bronx es peligroso o ya no. Pero me di cuenta de que Manhattan es tan peligroso como Suecia en los años 80. Te puedes dejar el ordenador y la bolsa tirado en una mesa del Starbucks, vuelves despues de una hora y nadie te ha tocado nada. En el Starbucks la conexión a Internet es grauita pero va a una velocidad deplorable. En el hotel donde la organización alojó a algunos de los creadores de The Rehearsal no había internet. En el hotel los lavabos eran compartidos. En el hotel había cucarachas. En el hotel había ratas. Alguna bañera estaba destrozada. Los pasillos eran laberínticos y todo, en general, tenía un aire al vídeo que grabó Victoria Macarte en aquel festival de Tarragona, pero en mucho peor. El hotel se llama Riverside Studios. No vayáis nunca a no ser que queráis filmar una peli de terror. El festival lo organizaba el Instituto Francés y la Alianza Francesa. A uno de los allí alojados (pero solo a uno) lo trasladaron al pisito de una abogada de los organizadores. El pisito de la abogada tenía 300 metros cuadrados y estaba en una de las zonas más lujosas de Manhattan. The Rehearsal se representó con éxito (diría yo) durante cuatro días en el Performing Garage del mítico (eso me han dicho) The Wooster Group. El Performing Garage es más pequeño que el Antic Teatre. Durante los ensayos se cayeron dos focos que podían haber matado a los intérpretes que estaban en escena. Es que en esta pieza las luces suelen iluminar bastante para que se vea la cara del público. Los técnicos dijeron que eso no lo hacían nunca y que por eso se habían quemado los focos. El día después del estreno de The Rehearsal los creadores fueron invitados al loft de una señora que daba una fiesta en honor de los artistas. El loft era precioso, enorme, lleno de obras de arte carísimas. En el loft se sirvió un buffet excelente con un pescado excelente. Lo sirvieron unos camareros. En la fiesta estaba Sophie Calle. Sophie Calle montó una instalación en la habitación de un hotel carísimo de la muerte: The Lowell Hotel. Me dijeron lo que valía esa habitación cada noche. Me mareé. La instalación estuvo 3 días abierta al público. A las 12 nos echaron a todos de la fiesta educadamente. Antes del estreno de The Rehearsal me di una vuelta por el Soho, Little Italy y Chinatown. Estuvo bien (algo esnob el Soho para mi gusto) pero juro que la fiesta estaba en la plaza de los de #OcccupyWallStreet. La gente bailaba. La revolución o será bailada o no será. Se me acercó un tipo y me dijo que esto era como la segunda parte de Matrix. Bueno, él dijo como la tercera. Cualquiera de ellas es una caca, pero fue pisar la plaza y comenzar a sonreír. Quizá no haya esperanza pero por esa sonrisa fui a Times Square el 15-O.
Como no les dieron los permisos la poli impedía que la mani pisase la calzada. àbamos todos por las aceras. Era jodido. Nos llevaban como a un rebaño. Cuando estábamos ya muy cerca la poli permitió que entrásemos en la calzada para penetrar a Times Square. La gente gritaba con mucha más violencia que la que uno puede observar en las manis del 15-M en España. Pero era una encerrona. Luego la poli vino con motos y furgonas empujando por detrás para que les abriéramos paso. Hubo mucha tensión pero al final no pasó nada. Los polis entraron con caballos por la calzada mientras miles de personas se agolpaban en las aceras en Times Square. A mi lado estaba Michael Moore. à‰l y su barriga ocupaban toda una acera. Times Square está lleno de pantallas luminosas gigantes, parece el Gran Hermano de George Orwell. Chicas adolescentes hacían streapteases para nosotros desde esas pantallas vendiendo algo, no sabría decir el qué. Eso nos entretenía mientras nos observábamos mutuamente los polis yankies y nosotros. Cuando me cansé un par de horas después me puse a caminar por Broadway. En un teatro la gente hacía cola para ver a Woody Allen esa noche con John Turturro en una obra de uno de los Cohen (o de los dos, no sé). Estuve a punto de hacer cola pero me fui a Harlem, que pensé que sería más interesante todavía. Harlem es muy interesante. Hay avenidas con nombres como Malcom X, que ahora sería lo que llamamos un violento, me parece. Los negros se cortan el pelo en cientos de peluquerías como las que los dominicanos tienen en Barcelona, pero en más grande. Se oía hip-hop todo el rato saliendo de coches en marcha o aparcados. Los chavales se ríen y juegan a básket por la calle. En una calle por fin vi mendigos tirados en el suelo pero no tuve en ningún momento la sensación de mal rollo del Bronx. ¿Cómo se convierte un barrio cualquiera del extrarradio en un lugar como Williamsbourg? Williamsbourg está más allá de uno de los puentes que une la isla de Manhattan y Brooklyn. Es un barrio modernillo con bares y restaurantes modernillos y tiendas modernillas. Es el London Calling de Nueva York. Encontrarás todo tipo de artistas jóvenes y ya no tan jóvenes. Dicen que ahora el rollo se mueve aún más allá de Williamsbourg. Podría ser el Bronx pero ahora es una cosa guapa. ¿Cómo va esto? ¿Es generación espontánea? ¿Está todo diseñado? ¿Qué hay que hacer para tener un barrio modernillo y barato en tu ciudad? Porque no nos engañemos: da repelús pero mola. Como el London Calling. Alguien ha publicado una crítica de The Rehearsal en The New York Times. The Rehearsal forma parte del proyecto The Neverstarting Story de Cristina Blanco, las Jerez y Amaia Urra. De ese proyecto salieron cuatro cosas dirigidas por cada una de ellas: The Setup (Cristina Blanco), The Rehearsal (Cuqui Jerez), The Movie (María Jerez) y The Thing (Amaia Urra). Decidieron no trabajar por consenso, por eso cada una de ellas dirigió una cosa. Decidieron algo así como que las ideas no tenían propietario, por eso nunca puedes dar por supuesto que sabes de quién proviene cada idea cuando ves cualquiera de los artefactos que crearon. En pleno siglo XXI creo que toda creación es siempre colectiva. Pero aún mola firmar los trabajos. Aún molan los nombres. Anne Teresa de Keersmaeker le ha puesto una denuncia a Beyoncé por plagiarle un par de coreografías suyas en su último videoclip. Yo si fuese Anne Teresa estaría orgulloso. He tardado una hora en escribir esto. Escribo esto influenciado, que yo sepa, por la entrevista a Guillem Martínez en Nativa y por el último post del gacetillero Pablo Caruana. Los dos me han hecho pensar. Creo necesario publicar más. Creo necesarias nuevas actitudes.