El viernes leí el post de Jaime Conde-Salazar sobre Ciencia-ficción, de Cristina Blanco, publicado en Continuum, una nueva revista digital sobre artes vivas. El post, muy amable con el trabajo de Cristina (en el que he colaborado, lo confieso), me volvió a despertar ciertas reflexiones que periódicamente me vienen a la cabeza, siempre a cuento de ciertas reacciones ante creaciones que se salen de los parámetros de cierta «ortodoxia» escénica que a mí, en mi inocencia, o más bien ignorancia, aún me sorprende que siga siendo tan importante para cierta gente. Total, que no me he podido resistir a comentar este punto en el post de Jaime Conde-Salazar y al final me ha salido un comentario tan largo que he decidido publicarlo aquí también, como recuerdo y terapia, con la malsana intención de ver si lo vamos superando, sí, lo confieso.
El comentario en cuestión:
Muy interesante este post, Jaime, yo creo que das en el clavo. Hay algo que no deja de sorprenderme y es que a estas alturas de la película, “armados con todo nuestro aparato crítico especializadoâ€, como tú muy bien dices, aún vayamos “a por lo que esperamos†y nos indignemos porque nos sorprendan con algo impropio del “teatro tradicionalâ€. ¿Pero no hemos ido a ver a una “performer†(hablando a lo bruto, como tú dices)? En La Casa Encendida, ¿no?, un sitio bien moderno y en un ciclo bien moderno. Entonces, ¿cómo podemos sorprendernos e indignarnos por cosas como las que comentas? La realidad es que hubo alguna indignación entre el público, sí. Y lo curioso es que esa indignación me dio la impresión que tuvo lugar más entre los “entendidos†que entre el público general, curiosamente más abierto a que se rompan las reglas sin ningún tipo de escándalo. Que el performer abandone su virtuosismo, que se sitúe fuera del contexto del “teatroâ€, que se sitúe en una posición vulnerable, que se ponga a hacer música y a cantar sin que enseñe su diploma de canto en el currículum… ¡Pues claro! De eso se trata, ¿no? Investigación, experimentación, ¿son palabras vacías? Desde cuando Joe Crepúsculo o Hidrogenesse tienen que cantar bien y demostrar su virtuosismo para atreverse a sacar un disco y dar conciertos. Madre mía, este tema hace mucho que está superado en el mundo de la música, ¿cómo puede ser que en el ámbito de las “artes escénicas†supuestamente más vanguardistas aún estemos así? A mí eso sí que me parece sumamente sorprendente y fascinante. ¡Qué rápido crean nuevas reglas y nuevos estándares inamovibles los mismos defensores de romper las reglas tradicionales! Eso en ajedrez se llama enrocarse. ¿Cuál es el problema? ¿Que ningún guru local ha publicado todavía ningún texto teórico que refrende este nuevo paradigma? Pues ya están tardando. Cuando lo publiquen, los creadores que no se dedican a dar más de lo mismo ya estarán en otro lado. Está bien, quizá sea ley de vida. Tenéis razón. Perdón, ya me callo.
Mucha suerte con Continuum.