El martes asistí a la primera representación pública de deliriosdegrandez@hotmail.com, de David Espinosa, en la Sala Beckett de Barcelona. No sé si era el estreno, la premià¨re o el primer acercamiento público a un trabajo en proceso, como reza el programa de La Porta, organizadores del evento. Pero vamos, el caso es que era la primera vez, con todo lo que comporta una primera vez. Hay veces que después de una primera vez no quedan ganas de repetir pero hay otras en que uno sale más excitado de lo que entró, sin pararse mucho en análisis porque la pasión no entiende de fríos análisis conceptuales. En deliriosdegrandez@hotmail.com David Espinosa va más allá y, según dice, pretende que, una vez fuera del teatro, dirijamos hacia él nuestros pensamientos impuros la próxima vez que practiquemos sexo. Esto da una medida del alto grado de delirio de grandeza en el que se mueve este ambicioso creador que, según él, pudo ser el Rafa Nadal valenciano, como tuvimos ocasión de escuchar de sus labios en el Teatre Lliure, hace unos meses. Aunque la verdad es que estaría encantado de que alguien realizase una encuesta entre el público asistente para conocer las luchas (o no) que cada uno de ellos tuvieron que librar para exorcizar la maldición en forma de mensaje subliminal lanzado por nuestro artista de la pista. Seguro que nos íbamos a llevar unas cuantas sorpresas.
Yo admiro a David Espinosa y os explicaré por qué. Lo admiro por haber sido capaz de poner al puñado de bailarines, artistillas, modernos y undergrounds varios que forman el público barcelonés de este tipo de encuentros, ante una pantalla gigante de vídeojuego y conseguir que se traguen durante 10 minutos (y aparentemente sin dolor) un partido de fútbol España-Brasil, que representa que es la final del Mundial, en el que él, por supuesto, es la estrella que lleva al triunfo a la selección española, tradicionalmente conocida por su incapacidad para pasar de cuartos en cualquier competición en la que se presente. No soy un inocente, ya sé que en este tipo de espectáculos (perdón, acercamientos a trabajos en proceso) uno puede ver de todo sin escándalo pero que eso haya sucedido en un ciclo de danza (perdón, de creación alrededor del cuerpo, el movimiento y la acción) me agrada especialmente por la fina ironía simbólica que destila la acción (¿alguien conoce algún bailarín o bailarina al que le guste el fútbol?).
A mí me gusta su sentido del humor, sobre todo en la escena en la que dobla a Gary Cooper en su duelo contra Burt Lancaster. Pero el sentido del humor comienza por reírse de uno mismo, como en el delirio del superhéroe en la que el acrobático Cent lo dobla (ahora a él) con saltos mortales, capoeira y karate kyokushinkai (ahí me han «dao»). Y me parece que no soy el único porque la gente rió e incluso aplaudió en medio de la representación, cosa insólita en este tipo de eventos (¿estará renovándose el público?). También me gustan su desparpajo y su (in)sano exhibicionismo sin complejos, como cuando se pone a cantar un tema propio (delirio musical) vestido con unos gallumbos y unas botas camperas y acompañado por un casiotone. Y su relación tan natural con la tecnología, apoyándose durante todo el espectáculo en el uso que hace de un ordenador portátil situado en el escenario, con el que chatea en directo con el público desde el camerino para lanzarnos sus obscenos mensajes subliminales aprovechando el ambiente íntimo que provoca un chat.
No sé en qué se acabará convirtiendo este deliriosdegrandez@hotmail.com pero la próxima ocasión de verlo es el domingo 21 de octubre de 2007 en Can Felipa (Pallars, 277) a las 19h por 2 míseros euros. Yo, si no lo hubiese visto, iría a verlo.
Actualización (14/10/2007): David Espinosa me comunica que podéis enviar vuestros comentarios sobre el espectáculo a la dirección deliriosdegrandez[arroba]hotmail.com
oye q cuando qdamos para q te pague?