El mes pasado cayó en mis manos el número 3 del fanzine gratuito La Escuela Moderna. Me pasé un día entero leyéndolo y me dejó con la sensación de que fue una buena manera de emplear mi tiempo. En la contraportada vi que también tienen un blog (laescuelamoderna.blogspot.com) desde el que te puedes descargar todos los números del fanzine en formato PDF (la imagen de este post la he sacado del blog).
En el blog me he encontrado con los artículos que escribe Kiko Amat (que es quien firma la editorial del número 3 del fanzine) para el suplemento Cultura/S de La Vanguardia y otros artículos que aún estoy descubriendo porque hay muchos (hay entradas en el blog desde junio de 2004).
En una de las entradas (Ansia de color) he leído que los de la revista TMEO les definían como fanzine anarco-mod y a los de La Escuela Moderna les ha parecido una etiqueta apropiada. A mí también me lo parece.
En la editorial definitiva del número 3 del fanzine se define a La Escuela Moderna como revolucionaria, anti-tecnológica, hedonista, de clase obrera, modernista y dandy, anglófila, anti-moderna, potlach, underground y anti-autoritaria. A continuación explican cada uno de esos puntos con detalle. En algunos no nos entendemos pero en otros sí. Y, concretamente, uno que me ha tocado la fibra y que me ha dado que pensar durante el mes siguiente a la lectura del fanzine es el referente a la clase obrera. Copio y pego:
Aunque la conga la haremos todos igual, sin rangos de autenticidad estéril, los editores no podemos negar nuestras raíces de clase obrera. Nuestras relaciones sociales, nuestra dialéctica, vienen en línea directa NO de las universidades, NO de los libros que hemos leído (al menos, no en su esencia), sino de una rica cultura trabajadora oral de extrarradio. Nuestra política es la de no-bullshit, no-clase media, anti-estudiantes, anti-hippie, radicalmente en contra del paternalismo viscoso que nos aplican los líderes revolucionarios de colegio privado.
Lo de los revolucionarios de colegio privado lo encuentro acertadísimo. La lucha de clases sigue existiendo, pero de camuflaje. Algunos de estos revolucionarios de colegio privado son lo peor de lo peor. Aún hoy, al cruzarme con ellos, me siguen provocando una especial alergia, con la que me imagino que tendré que convivir sin remedio hasta el final de mis días.
Y para acabarlo de rematar hoy he leído, con gran satisfacción, esta gran anécdota en el citado artículo del blog, Ansia de color), comentando la película Underground, de Gerardo Cruz sobre la escena sevillana de los primeros 70:
Curiosamente, aparecen los pijos de la «Gauche divine» (principalmente la repelente izquierdista de pa-sucat-amb-oli Rosa Regás) diciendo insensateces; gran momento cuando yo y mi acompañante contestamos la misma frase espontáneamente a la afirmación de la Regà s: «Todos teníamos una cosa en común». En efecto, lo que dijimos fue: «Que éramos ricos».
Y para los que no sepan qué es la Gauche divine recomiendo el artículo de Vázquez Montalbán titulado Informe subnormal sobre un fantasma cultural, publicado en 1971 en Triunfo. Por aquello de que de aquellos polvos, estos lodos.