Vuelvo eufórico del bolo de f.r.a.n.z.p.e.t.e.r en Gijón, encantado de poder escuchar cómo comienza a tocar el cuarto grupo de la noche en el Savoy a las 5 y media de la mañana, gratis, y no sé qué pasa que es pisar Barcelona, anochecer, ver cómo se hace de día desde un terrado precioso y, como diría Rimbaud, «¡a la mierda con la poesía!».