Esta mañana, la propietaria del edificio donde tenemos nuestro estudio nos ha comunicado que ha recibido una oferta de una productora de cine norteamericana para alquilar todo el edificio por 6.000 euros al mes. Según nos ha dicho, ella preferiría que el edificio continuase ocupado por los jóvenes estudios dedicados a lo que ella ha llamado «creación» (si no he oído mal y la memoria no me falla), entre los cuales nos encontramos, pero claro, la pela es la pela (eso lo digo yo). Así que nos da un par de meses para igualar la oferta o alquilárselo a los americanos. Vamos, a la puta calle.
El precio que pagamos ahora es barato aunque, según mi punto de vista, no es ningún regalo. Pero la propietaria me parece a mí que no pasa hambre. Lo deduzco porque es también propietaria de pisos que alquila por precios astronómicos (y lo sé porque he ido a preguntar el precio) y por otros detalles como que es de buena familia, en su profesión goza de prestigio y parece que en su trabajo le va muy bien.
Si de verdad prefiriese apoyar a los jóvenes creadores en vez de a los ricos empresarios, digo yo ¿qué le costaba dejar de forrarse aún un poco más y permitirnos seguir «creando» tranquilamente?
¿Qué pasa en Barcelona? ¿Sobramos? ¿Vamos a acabar como en Mallorca? ¿Van a vender la ciudad a los guiris con pasta? ¿A dónde nos tenemos que ir?
Ahora, una cosa es segura: si eso pasa será porque, entre otras cosas, la avaricia de la gente de bien de Barcelona lo habrá permitido.
Forges lo explica mejor que yo.